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Autocuidado y depresión

Actualizado: 25 nov 2022



Por Karen Lima.

El autocuidado es cuando por iniciativa propia realizamos acciones por nuestro bienestar. La OMS definió el autocuidado como

"la capacidad de individuos, familias y comunidades para promover la salud, prevenir enfermedades, mantener la salud y hacer frente a las enfermedades y discapacidad con o sin el apoyo de un proveedor de atención médica."

Es una definición que abarca muchos significados, pero creo que concretamente todos sabemos cómo cuidar de nosotros mismos. Cuando pienso en el término selfcare me doy cuenta de que se ha romantizado, pues pienso en personas que usan mascarillas, hacen meditación, o se meten en la tina con un libro de superación personal y una copa de vino, tal como las redes sociales lo muestran. Sin embargo, sé que el autocuidado por lo general no es tan glamoroso. El autocuidado puede significar también cocinar y comer tres comidas al día, dormir temprano, vigilar nuestros gastos, alejarnos de las relaciones tóxicas o lavar nuestra ropa.


Creo que cuidar de uno mismo requiere de compromiso y de estima propia. Cuidamos más a aquello a lo que le damos más valor pero ¿qué pasa cuando no le damos mucho valor a lo que somos y a lo que hacemos?


La depresión es una enfermedad mental que afecta a millones de personas en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, es una enfermedad que afecta al 5% de la población adulta, es decir que por cada 20 personas, hay una que vive con depresión, además de que es la principal causa de discapacidad en todo el mundo. (1)


Siempre he pensado que si la depresión fuera una enfermedad visible, como la varicela, por ejemplo, el estigma respecto a las enfermedades de salud mental disminuiría bastante. Sin embargo, aunque muchas personas la padecen, muchas veces es algo que se esconde y de lo que no se habla. Existen diversos grados de incapacidad en los trastornos mentales. La depresión de alta funcionalidad, por ejemplo, se usa para describir los casos en los que quienes la padecen son capaces de seguir con sus tareas del día a día ya que los síntomas son menos severos. El hecho de que la depresión no se note a simple vista en todos los casos no significa que no requiera atención y cuidados.


Debido a algunos estereotipos, a veces podemos creer que la atención psiquiátrica es algo indecoroso de lo que debemos huir, por lo que muchas personas con dificultades emocionales viven sin un diagnóstico o un tratamiento, por no mencionar que es inaccesible para muchas personas, por lo que reciben cuidados de sus comunidades inmediatas.


Cuando se habla de ello, a muchas personas con depresión, en vez de recibir apoyo, se les echa la culpa o se subestima su malestar, proponiéndoles todo tipo de soluciones no solicitadas. Se piensa que quienes tienen depresión deben tener un trauma muy marcado para desarrollarla o un carácter muy débil, malos hábitos, una forma de pensar equivocada sobre la vida o una falta de consciencia espiritual.


Sin embargo, la depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales, psicológicos y biológicos que puede variar mucho de una persona a otra. En mi opinión, no deberíamos de exigir una justificación para validar la depresión de alguien así como en ningún caso deberíamos pensar que las personas deprimidas deberían de arreglárselas por sí mismas o asumir que eventualmente lo harán porque no siempre es así. El suicidio, que sabemos que mayoritariamente es consecuencia de la depresión, es la cuarta causa de muerte en adultos jóvenes (2)


Muchas de las personas que presentan depresión tienen, entre otros síntomas, poca energía, pérdida del disfrute en las actividades cotidianas y baja autoestima, lo cual puede ser fatal para llevar a cabo nuestras prácticas de autocuidado.


En mi experiencia, después de casi un año de obtener un diagnóstico de depresión, el autocuidado no ha sido sencillo. La salud mental es una de las amenazas más graves para nuestro sistema económico y no me sorprende, pues nunca en mi vida me había sentido (y que me disculpe mi psicóloga por el uso de esta palabra) inútil.


Creo que antes de que la depresión llegara a mi vida, subestimé lo sencillo que era apagar mi alarma y meterme a la regadera para comenzar mi día, así como sentarme frente a la computadora concentrándome un par de horas seguidas para tener mis trabajos listos. No noté lo simple que era alimentarme o hablar con otras personas. Y nunca se me ocurrió que llegaría el día en el que algo tan importante como una reunión de trabajo, un proceso burocrático de la universidad o un gran evento familiar me importaría tan poco como para no asistir.


Pero todas esas cosas que imaginé que nunca le pasarían a una persona como yo, que creía tener una gran fortaleza mental, me pasaron y entonces me sentí totalmente descuidada. Ya no era un bebé, ya no tenía porqué necesitar que alguien me ayudara a salir de la cama o me diera de comer, no era razonable que necesitara supervisión para poder concentrarme en mis responsabilidades, y sin embargo, todo aquello me parecía imposible de hacer por mí misma.

No obstante la incomodidad de la dependencia, de cederle mi cuidado a otras personas, también me sentí profundamente agradecida y cuidada. Y es que realmente me gustaría escribir sobre cómo autocuidarnos cuando nos deprimimos, pero la verdad es que muchas veces parece imposible e incluso ridículo para quienes lo padecen. Renunciar al falso sentimiento de control y aceptar ayuda cuando yo no veía una salida fue uno de los pasos más difíciles para mí.


Esto no anula que yo haya renunciado por completo a mi autocuidado, todo ese tiempo hice lo que pude en una lucha por preservarme. Y es que la depresión no se llevó todo de mí, seguía siendo yo, con los mismos sueños y pasiones por las mismas cosas y sobre todo, aunque parecía un cuerpo inmóvil, nunca dejé de tener el mismo valor que tienen todas las personas.


Eventualmente me he recuperado y he vuelto a tener la voluntad de salir adelante y aunque me encantaría decir que la voluntad es suficiente, no es así. Hay días malos y hay días buenos, pero aún hay días, muchos, que se extienden y que son una oportunidad para construirme de nuevo. La esperanza es la clave para mí. Ahora trabajo con límites y metas pequeñas pero realistas, acompañadas de afirmaciones positivas que me recuerdan porqué soy merecedora de esos actos de amor propio.


Creo que es importante señalar que los gobiernos y las organizaciones juegan un papel muy importante en el cuidado de la salud mental y asumir que es únicamente responsabilidad de las personas con depresión y sus familias es un error. Hay que darnos cuenta de la imperante necesidad que tenemos de un Sistema Nacional de Cuidados, en donde se apoye no sólo a las personas cuidadas sino a quienes brindan esos cuidados (quienes también tienen una gran carga mental).


Los cuidados son necesarios para todas las personas, sobre todo para las infancias, personas con discapacidad o personas enfermas. No obstante, si comparamos el cuidado con otros trabajos, generalmente quienes lo brindan no reciben suficiente en relación con el esfuerzo que hacen. Gracias a los individuos que cuidan es que nuestro sistema económico se mantiene en pie, pues constituye un reparto de responsabilidades. El sistema nacional de cuidados pretende que en la corresponsabilidad estén incluidos individuos, comunidades (pueden ser las familias aunque no se les debe imponer que lo realicen), el mercado y el estado.


En mi caso, fui testigo de cómo se llevó a cabo esta corresponsabilidad. Fue mi madre (una mujer, ama de casa, sin remuneración económica) quien me ayudó, me alimentó, se encargó de que tanto yo como mi entorno estuviera limpio y me supervisó, mientras mientras que mi padre salía a trabajar la mayor parte del día y al regresar él se encargaba de llevarme al psiquiatra. Mis amigos también cuidaron emocionalmente de mí, y de una manera diferente pero necesaria, también recibí atención médica y terapia a través de una organización de salud mental. Me hubiera gustado que alguien se preocupara por mis cuidadores tanto como ellos se preocuparon por mí.


Para finalizar, creo que las crecientes tasas de depresión son un problema grave a nivel mundial y es urgente que nos unamos para construir redes de cuidados que nos ayuden a preservar la vida y el bienestar económico.


Sé que aún estoy lejos de lograr el nivel de independencia que solía tener como parte de una buena salud mental, nunca había visto el autocuidado como un privilegio y mucho menos el cuidado que otros me están brindando como una práctica tan necesaria, pero estoy orgullosa del progreso que he realizado y sobre todo agradezco que otros me hayan luchado a mi lado.


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