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  • Foto del escritorAlta-Voz Social y Cultural

¿Puede el cine comercial volver a ser transgresor? Un análisis de un hombre cis sobre Barbie.

Ricardo Suaste

“Barbie” es el fenómeno comercial más reciente. La nueva película de Greta Gerwig,

directora de “Lady Bird” y “Little Women”, rápidamente se estableció como el hito

comercial de su carrera como directora, así como de la misma industria cinematográfica, ya

que se convirtió en el estreno más taquillero de una película dirigida por una mujer, así

como el estreno más grande del 2023. Los efectos y el impacto comercial que ha tenido es

evidente, ya que esta semana resultaba imposible acercarse a un cine sin encontrarse con la

gran mayoría de los presentes con alguna prenda rosa o entrar a redes sociales sin

encontrarse con algo relacionado con la película; sin embargo, asimilar el impacto podría

tener en la cultura resulta más complicado, ya que, a pesar de ser un claro triunfo comercial, es inevitable reconocer que las temáticas y conceptos que se tratan dentro de la obra, marcan una posible nueva tendencia dentro de la industria cinematográfica. Principalmente porque, a diferencia de la gran mayoría de las películas de Hollywood, la

narrativa de “Barbie”, está permeada por un discurso político evidente y explícito.


Negar que las producciones cinematográficas están cargadas de discursos políticos sería ingenuo, ya que siempre existe un sesgo político en la creación del arte, independientemente de que sea consciente o inconsciente, ahí está. Sin embargo, una tendencia creciente dentro de la industria cinematográfica parecería ser el hacer dichos discursos políticos lo menos evidentes posible, esto ha ocasionado que el consumo de cine se reduzca a mero espectáculo, consiguiendo que las producciones de Hollywood aparenten ser apolíticas. Pero más allá de ser apolíticas, la realidad es que no son transgresoras, no es que carezcan de narrativas políticas, sino que simplemente replican las predominantes y, por lo tanto, es más difícil identificarlas. “Barbie” desafía esto completamente, aceptando un discurso feminista y una crítica contundente al patriarcado sin dubitaciones y explicitándolo de tal forma que es imposible decir que no está presente. Debido a esto, a diferencia de las discusiones en redes sociales, en las que se le atribuye un carácter político a la idea de la ‘representación’, sin tomar en consideración el discurso político que está presente en la narrativa de la obra, las discusiones en torno a “Barbie” están intrínsecamente asociadas a su postura política explicitada dentro de la obra.


Ahora bien, sería difícil pretender que esta película está dirigida primordialmente a

alguien como yo, un hombre cisgénero, pues existen diversas escenas cuyo impacto

emocional parece radicar en la cercanía de la espectadora con la experiencia de habitar un

cuerpo feminizado, así como con el padecer ser sometida a roles de género específicos con

base en eso. Esas experiencias me son ajenas en cuanto experiencias vividas, pues a pesar

de estar familiarizado con ellas, y tener conversaciones sobre ello con personas que lo han

vivido, mi familiaridad radica exclusivamente en la empatía, no en la vivencia misma. Al

reconocer esto, también reconozco que es probable que lo que tenga que decir sobre la

película va a estar atravesado por cierto sesgo que proviene de esa falta de experiencia y,

por lo tanto, quizás pase a segundo término en cuanto a su relevancia para la conversación actual. Sin embargo, también me parece que la película entabla una conversación directo

con los hombres cisgénero, pues al mismo tiempo que busca evidenciar las distintas formas

en las que se ejercen múltiples clases de violencia sobre las mujeres, también parece

reconocer los distintos factores que llevan a los hombres a la perpetuación del patriarcado.


En primera instancia, creo que la forma en la que se maneja la idea del patriarcado y sus efectos resulta bastante efectiva, pues resalta la forma en la que la dominación se ha propagado y lo normalizado e interiorizado que se han vuelto ciertas conductas violentas, al

grado de que el contraste entre la realidad y el mundo idealizado del que viene Barbie, es

gran parte de la comedia dentro de la película. Así mismo, también satiriza de manera efectiva las razones por las que un gran demográfico de hombres en la actualidad han optado por reforzar la idea clásica de masculinidad, en la que su valor está determinado exclusivamente por sus bienes materiales y su capacidad física, a pesar del costo personal que dicha idea tiene sobre ellos mismos. En ese ámbito, la película funciona muy bien, pues consigue criticar el patriarcado sin vilificar al hombre, demostrando las diversas formas en las que el sistema mismo afecta y perjudica al mismo demográfico que enaltece. Esto ayuda a que el discurso narrativo de la película no consista en señalar al hombre como individuo responsable del sistema, sino al sistema mismo como responsable de la perpetuación de esas conductas dentro del individuo, explicitando las causas de su conducta sin justificarla.



De igual forma, consigue hacer un comentario muy acertado sobre cómo esa

carencia de identificación propia y de valor personal fuera de las relaciones con las demás

personas, así como de las posesiones materiales, es una de las razones por las cuales existe

tal renuencia por parte de los hombres de desmontar la jerarquización patriarcal. Pues fuera

de ella no poseen un valor intrínseco, y es sólo dentro de esas dinámicas que su existencia

parece tener alguna clase de significado. Es por esto que la comparativa entre ‘Barbieland’

y el mundo real es tan efectiva, pues al despojar al hombre de ese valor mediante la

dominación, éste se encuentra vacío. Y es ante ese panorama que se da la pauta para

comprender por qué es necesario que los cambios sociales no se reduzcan a la simple

inclusión, porque la realidad es que al optar por únicamente enfocarnos en la carencia de

distintos tipos de personas dentro de las esferas políticas, económicas y gubernamentales,

perdemos de vista la imposibilidad de autodeterminarse más allá de esas dinámicas de

poder en las que formamos parte, lo que nos lleva a intentar perpetuar el sistema.


Este problema también se hace evidente en la idea de empoderamiento que se

observa en “Barbie”, ya que la idea misma de empoderarse es el problema que subyace en

la narrativa de la película. Se menciona bastante la importancia de Barbie en la esfera social

mediante ese empoderamiento, pues se habla sobre cómo previo a su aparición, lo único

que se reconocía como posible para las niñas era crecer y volverse madres, pero ante la

aparición de Barbie el panorama cambió, y ahora se les decía a las niñas que podían ser lo

que quisieran; astronautas, escritoras, doctoras, políticas, científicas. Y ahí se observa el

mismo problema, pues se sustituye la autodeterminación de ser madre, por la de ejercer cualquier profesión o trabajo. Ahora bien, la película reconoce que esa misma idea de

empoderamiento qué representó Barbie también contribuyó a la creación de nuevas

expectativas inalcanzables para las mujeres, ya que al no desmantelar lo que se les exige a

las mujeres, sólo aumentó el nivel de exigencia, pues aunado a la realización del trabajo

doméstico y de los estándares de belleza que se les impone, ahora también se esperaba que

asumieran un papel más directo en la fuerza laboral. Pero ahí es donde se manifiesta de

nuevo la importancia de buscar un cambio sistémico, y no una mera subversión del sistema

actual, porque mientras éste permanezca, todas las personas estamos condenadas a usar las

categorías dadas, y no las propias.


Ante esto se puede realizar una comparativa entre lo que Barbie representó como

juguete y lo que “Barbie” como película puede llegar a ser. Pues si bien esa subversión que

implicó el decirle a las niñas que podían ser lo que quisieran ser no significó la

emancipación de la mujer y la caída del patriarcado, sí fungió como una transgresión

directa al sistema y dió pauta a que se suscitaran ciertos cambios de paradigma en la forma

de concebir el rol de la mujer en la sociedad. De la misma forma, seguramente de la

película no va a devenir un cambio social radical en el que los sistemas de opresión sean desmantelados, pero sí puede marcar un inicio en el que los productos comerciales cuestionen problemas sistémicos y que de esto provenga un mayor cuestionamiento por parte de los espectadores.


Si bien es un buen punto de partida la identificación personal de problemas

sistémicos y la forma en la que impactan directamente al sujeto individual, es imperativo no

permanecer dentro de ese marco de acción. Pretender que la micropolítica no es relevante

sería un error, pues es desde ese contexto subjetivo e individual del ‘yo’ que se vuelve

factible identificar un malestar que te sofoca, sin embargo, permanecer dentro del ámbito

individual resulta perjudicial, pues reconocer que el malestar es generalizado es lo que

otorga la posibilidad de lucha. Ahí es donde se abre el terreno del cambio, en el

reconocimiento de que toda la vida está siendo sofocada, independientemente de las

categorías individuales en las que nos asumimos, dentro del neoliberalismo todas las

personas presencian dicho malestar, evidentemente se manifiesta en distintos ámbitos de la

vida individual y en distintos grados, así como en diversos tipos de violencia, pero la

realidad es que cada uno de esos malestares subjetivos y la falta de reconocimiento propio,

existiendo exclusivamente en conjunto, es ocasionado por la colonización global que

provoca el capital. Esto se suscita dependiendo de las categorías que conforman la

subjetividad de la persona, haciendo que ciertos sectores lo experimenten en mayor o

menor escala. Así mismo, la homogenización del individuo ha provocado que se

fragmenten las luchas sociales, la identificación entre las víctimas de cada tipo de violencia

forma un vínculo comunal, y de este vínculo es que se propone un cambio, pero se tiende a

limitar exclusivamente a cambios pertinentes en cuanto a la violencia específica que se les

ejerce.

Es por esto que el observar en un producto comercial tan grande esas vivencias de opresión resulta imperativo para el cambio social, ya que el empatizar con cada forma de opresión es el primer paso para detenerla. En la actualidad las esferas sociales se han cerrado tanto que cada individuo se encuentra en una cámara de eco en la que su ideología está siendo constantemente validada por el algoritmo de las redes sociales, que los pastorea hacia campos en donde abundan personas con sus mismas posturas, o que les otorga herramientas para imponer su lectura sobre toda clase de contenido y aceptarla como la única posible. Debido a esto es que quizás “Barbie” como fenómeno comercial impacte exclusivamente a ciertas esferas sociales, puesto que su impacto simplemente validaría ciertas posturas políticas. Dentro de los círculos feministas, de izquierda, y los que abogan por una cambio social en general, la película puede representar esa validación de su discurso y fungir como una ejemplificación de los problemas sistémicos de los que se habla; mientras que para los círculos de derecha, anti-feministas y conservadores, la película de igual forma validará su discursos sobre cómo lo que ‘verdaderamente’ busca el feminismo es la ‘opresión del hombre’, y sobre los supuestos riesgos de una presunta ‘emasculación’ de éste. Ante esto es que la capacidad de “Barbie” como fenómeno comercial se torna relevante, pues si bien no servirá para problematizar las dificultades y los malestares que devienen del patriarcado dentro de esos círculos, sí puede conseguir que aquellas personas que no se encuentran en alguna de esas ideologías cuestionen la realidad sistémica y opten por preguntarse sobre las formas de opresión que subyacen en ésta.


Ahí es quizás donde radique la importancia de “Barbie”, no en la explicitación de

una teoría feminista compleja que aporte a las diversas conversaciones en cuanto a las

formas de explotación y opresión, sino en la explicitación clara de las problemáticas que

enfrentan las mujeres bajo el patriarcado. Así mismo, tampoco ofrece una solución a lo que

problematiza en cuanto a la autoidentificación de los hombres con base en la jerarquía

social, pero sí señala el problema y lo pone en tela de juicio, haciendo que caer en cuenta de

que existe tal problema sea el primer paso para solucionarlo. La relevancia de esta obra

existe en la visualización del problema, no en su solución, así como en la catarsis que se suscita al ver ejemplificadas las dificultades de vivir bajo las distintas jerarquías de poder. Ante esto es que el fenómeno comercial que ha sido “Barbie” abre la posibilidad a que se convierta en uno cultural. Al romper con el silencio habitual o la discreción con la que se trataban los problemas sistémicos, al optar por plasmar esos problemas como fenómenos

del pasado o como casos particulares aislados, esta película puede marcar la tendencia de

hablar explícitamente sobre las formas de opresión y dar pauta a que el cine vuelva a ser

transgresor.

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